Por Hugo Benedetti

Generalmente las personas tenemos algunas habilidades desarrolladas y otras no tanto. Esto es común en todos los órdenes, por supuesto también dentro del mundo de las empresas y los negocios.

Amauri era un líder entusiasta, creativo y empático. En ese tiempo yo vivía entre San Pablo y Buenos Aires; solíamos compartir reuniones, especialmente un par de veces en el año participábamos juntos de las jornadas de planeamiento estratégico.

En esas instancias era sin dudas un animador importante, motor y gestor de muchas iniciativas valiosas.

Generalmente funcionaba como un manantial de ideas, incentivaba a los demás participantes a plantear y modelar nuevas iniciativas, a combinar ideas entre sí; era realmente un maestro articulando propuestas, armonizando diferentes iniciativas para hacerlas sinérgicas y su actitud era una continua invitación a desafiar el statu quo.

Favorecedor de la creatividad y el libre pensamiento, siempre estaba pugnando por las ideas más creativas, la innovación, incorporar otras vías, nuevas tecnologías, propenso a los cambios. Su aporte era decisivo en el ejercicio intelectual creativo que los cambios requieren y todos lo considerábamos un inventor, precursor de nuevas ideas.

Su responsabilidad eran los planes de marketing, las promociones en punto de venta, los planes de incentivo para la fuerza de ventas, el plan para algunas marcas de la empresa. Territorio fértil para el ejercicio de su creatividad.

Muchas iniciativas que después veíamos coronarse en la práctica habían nacido de esos destellos de Amauri, de sus ocurrencias creativas y a veces desafiantes. Siempre aportando ideas y combinando generosamente las suyas con los aportes de los demás. Sin celos ni competencia.

Recuerdo que en una de esas reuniones, partiendo de una iniciativa suya y combinándola con algunos aportes que los demás fuimos haciendo, comenzó a gestarse toda una revolución, hoy diríamos una corriente disruptiva, dentro del sistema de venta que se conoce como “Party Plan”.

Los viejos esquemas del sistema serían sustituidos por una serie de eventos generados a través de redes sociales y convocatorias combinadas que él denominaba “new strategy global media” cuyos detalles no interesan a estos efectos.

Lo que sí interesa es tener esos perfiles, como el de Amauri, que hace a la gente con habilidades destacadas a la hora de innovar, de generar ideas, de imaginarse el futuro, el próximo escalón, la etapa superadora, rompiendo con algunas ataduras del sistema anterior, cuestionando las “vacas sagradas”.

Había desarrollado un buen sentido para pronosticar tendencias, nuevos hábitos, nuevas necesidades. Estudiando marketing se había interesado por una disciplina que se llama prospectiva y que tiene mucho que ver con el estudio de la evolución de los fenómenos, sus causas y posibles direcciones de los cambios futuros.

De manera que no era solo ocurrente, más allá de sus condiciones naturales, no improvisaba en el tema. En alguna oportunidad lo definí como un azote para las posiciones más conservadoras enquistadas firmemente en el statu quo.

A él escuché hablar por primera vez hace unos cuantos años de la ciencia de los datos, la inteligencia artificial, el aprendizaje automático, el avance de la robótica, etc.

Cuando esa competencia en el mundo de las ideas se combina con la habilidad para amalgamar, aceptar aportes acoplándolos a la nueva propuesta, mezclarlo con otros elementos, la fuerza de la iniciativa se potencia.

Esa condición de Amauri, se complementaba con otras; era un líder social, simpático, alegre, muy buen humor, brasilero, animador divertido de reuniones y fiestas. Tenía el don natural de entusiasmarse y transferir ese entusiasmo a los demás. Disfrutaba del reconocimiento, pero respetaba los logros colectivos.

Partiendo de su protagonismo y contando con reconocimiento para sí, era bastante generoso a la hora de compartir sabiendo que su idea se enriquecería trabajando en equipo.

Pero había otras habilidades que no poseía; especialmente no era fuerte en la ejecución de esas iniciativas ni en el control de las cifras y las variables duras que esas ideas podían producir. Tenía una inclinación fuertemente cualitativa, en el área cuantitativa se perdía un poco.

Cuando llegaba la hora de implementar, de ejecutar, de llevar las ideas adelante, de hacer que las cosas pasen, de instrumentar los cambios, las fortalezas de Amauri se diluían, se convertían en debilidades, comenzaba a postergar, a titubear, a prolongar innecesariamente…y si queríamos rescatar las iniciativas era preciso que otros tomaran el control, nuevas figuras deberían aparecer para asumir el protagonismo que la ejecución requiere.

Era realmente fuerte en la esfera del modelo de negocio, tanto operando sobre él como generando nuevas variantes alrededor del mismo o sugiriendo cambios transformacionales que afectaban al modelo del negocio, incluso cambiándolo sustancialmente.

Cuando había que ejecutar o empezar a meterse a hurgar en las métricas, su aporte se volvía modesto, menor, incluso podía llegar a transformarse en un operador inhábil.

Era bueno generando ideas, para materializarlas, se requería el aporte de alguien más.

En el mundo de los negocios, existen cuatro “core competences” que definen las áreas y rasgos de mayor fortaleza de un individuo, sus zonas preferidas de alto desempeño. Se trata de:

  • el área de las ideas;
  • el área de los hechos,
  • el área de las cifras
  • el área relacional, la interfase humana

A medida que vamos creciendo y madurando como ejecutivos o empresarios, vamos incorporando destrezas de otras áreas, no solo de aquellos en que somos, digamos, naturalmente fuertes o constituyen nuestras zonas preferidas de actuación, nuestro hábitat natural.

Son áreas de estrecha vinculación entre ellas y no se trata de compartimentos estancos. Tampoco afirmamos que los individuos poseen habilidades que los convierten en aptos para desplegarse en una sola de estas cuatro áreas. Absolutamente no, todos tenemos cierto grado de desarrollo en las cuatro y seguramente lograremos mayor destaque en una de ellas o tal vez en dos; sólo excepcionalmente en tres o cuatro cuando, vamos ascendiendo en la escala.

Definiendo… El área de las ideas es aquella que tiene que ver con la estrategia, con divisar el camino a seguir, el dominio de los grandes conceptos, las bases del modelo, con las innovaciones, con las nuevas iniciativas, la habilidad para “ver la pantalla grande”, imaginarse el futuro.

En general el buen estratega combina bien tanto el conocimiento de los pilares del modelo de negocio que maneja, los conoce y respeta, domina la esencia del negocio, como así también es capaz de generar alternativas, opciones nuevas, innovadoras.

Tiene mucho que ver con los planes y la capacidad para planear, con poner las cosas en perspectiva, está muy asociado al crecimiento. Es el territorio en el cual Amauri se sentía muy cómodo, ahí jugaba de local, era su medio natural y preferido de actuación, donde mejor podría desplegar sus fortalezas, el área en que lograba alto desempeño; el mejor Amauri merodeaba por ahí.

También era bueno en muchos aspectos que hacen al área relacional, a la interfase humana. Empático, buen humor, buen líder, buen colega de fácil relacionamiento.

El área de los hechos, tiene que ver con la capacidad para ejecutar, con la actitud proactiva, la propensión a la acción, la capacidad para hacer, la vocación por la realización, la condición de hacer que las cosas pasen. Quienes se mueven bien en estas aguas son los hacedores, los realizadores, la gente con facilidad y gusto por ejecutar por encima del mero ejercicio intelectual que pertenece más al mundo de las ideas.

El buen ejecutor, precisamente ejecuta firme y puntualmente, tiende a rodearse de buenos ejecutores. Es hombre de acción, de hechos más que de grandes ejercicios intelectuales o de muy elaborados marcos teóricos. El buen ejecutor se destaca por actuar racionalmente y tienen la virtud de sacar las cosas del mundo de las ideas y aterrizarlas en la práctica, las convierten en hechos.

Acá es que Amauri era débil y sus fortalezas se diluían, ejecutar no era su fuerte y su desempeño tendía a opacarse cuando había que hacer…él era claramente mejor pensando que haciendo; se destacaba más por las ideas que por los hechos que producía. Indudablemente necesitaba un buen brazo ejecutor que lo secundara porque se corría el riesgo de que sus muy buenas iniciativas permanecieran confinadas a la no realización

El área de las cifras es en el que tienen destaque quienes se sienten cómodos en el manejo del modelo económico, la estrategia financiera y por supuesto en el manejo de las métricas y los indicadores del tablero de control del negocio.

Es más, a veces, su vocación aritmética y su secuencia lógico – matemática los hacen individuos que piensan y actúan “en números” y les cuesta conceptualizar en unas pocas frases simples y sencillas el significado de esos números.

Con Amauri trabajaba Marcio, quien respondía muy bien a esa descripción. Cierta vez, ante un extensísimo, detallado e insoportablemente numérico informe de gestión de negocios elaborado por él, le pedí que por favor hiciera un breve resumen ejecutivo con no más de 7 u 8 frases que plantearan en grandes titulares, en conceptos simples esas decenas de planillas con números.

Hay personas que se manejan excelentemente en el mundo de las cifras; son buenos para explicar los hechos a partir de ellas y arribar a las conclusiones apropiadas. Con Amauri siempre mencionábamos lo expresado a propósito de los buenos procesos de toma de decisiones: la información de calidad prioriza el binomio Hechos & Cifras.

Personalmente, cuando le pregunto por ejemplo al gerente de ventas de una de mis empresas, cómo han estado las ventas en el mes, lo que espero escuchar inicialmente es una cifra, un número y luego las explicaciones del caso. En general lo que obtengo, incluso de gente que hace años trabaja conmigo, es lo opuesto: un concepto, una explicación, una narración, una justificación, una excusa ¡y no una cifra!

En el mundo de los negocios pocos significados tienen más relevancia que las cifras, nos gusten o no, nos dejen satisfechos o frustrados

El área relacional, el buen manejo de la interfase humana, la poseen aquellos individuos con facilidades y gusto por las relaciones humanas, generalmente simpáticos, que logran empatizar sin esfuerzo, en buena sintonía con los demás, positivos, optimistas, muchas veces tienden a ser extrovertidos, generalmente con buenas condiciones de liderazgo, influyentes, relevantes y referentes en su entorno.

Gente de buen carácter y buen humor, personalidades atractivas, inspiradores, mejoran nuestras vidas. Nos empobrecemos, los extrañamos y vivimos como una pérdida el hecho de que, por cualquier razón, ya no estén tan presentes.

Amauri poseía unos cuántos de esos atributos y era un individuo que tendía a generar relaciones sanas y a veces entrañables; se convertía incluso en coach y mentor de varias personas que trabajaban con él. Pasar por la vida de Amauri no era un hecho menor para la mayoría de la gente que tenía cerca.

Su entusiasmo natural, buen humor, creatividad y el hecho de ser muy proclive a compartir conocimientos y experiencias hacía que todos lo consideraran un líder nutritivo.

Hugo Benedetti es un empresario y escritor uruguayo de destacada trayectoria profesional. Realizó una carrera corporativa importante en posiciones gerenciales y de dirección, hasta las máximas responsabilidades regionales sobre operaciones en Argentina, Brasil y Uruguay.

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